La vida es una cadena de momentos que se suceden y se superponen, reaparecen, se olvidan, quedan grabados y son constantemente reemplazados. Hay también un cierto tipo de momentos. Un tipo muy concreto que supongo todxs reconoceréis. Se trata del descanso, del respiro. De ése momento en el que respiras profundamente y dejas pasar cierto tiempo antes de volver a meterte de lleno en el manicomio, la transición entre dos momentos, la preparación ante un cambio. Puede durar un segundo, como cuando respiras profundamente antes de salir a un escenario. O unos minutos, como cuando mantienes cerrados los ojos un tiempo tras un sueño que te ha afectado especialmente. Pueden durar lo que dura un año sabático. A veces es impuesto, como las vacaciones entre un curso y otro. Es el tiempo que te tomas entre romper con alguien y empezar con otra persona. Entre un libro que te ha emocionado y otro que podría hacerlo. Entre una discusión y un reconcilio.
Poco a poco, esos momentos se han ido juntando en mi vida, como si los hilos que hubiera estado siguiendo se hubieran ido acabando uno a uno. Ahora me encuentro en medio de una gran respiración, casi conteniendo el aliento, y siento que es importante.
Porque creo que, ésta vez, la que va a cambiar soy yo.
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